TIERRAS MAGICAS: SORIA. El Cañón del río Lobos.

La fría mañana del 21 de marzo no auguraba nada bueno. La noche había sido gélida y tormentosas alucinaciones bañaron la almohada. Nuestro carruaje de gasolina esperaba y alguno de sus muchos caballos nos miró de soslayo, inquieto. Los cuatro viajeros nos acomodamos lo mejor que pudimos, alejándonos del frío y el cochero puso rumbo al lejano norte. A Soria.

Tras muchos enfrentamientos con las huestes climatológicas y la muerte de uno de nuestros caballos, conseguimos llegar a las estribaciones más meridionales del terrible Cañón del río Lobos. Un sol ceniciento nos dio la bienvenida pero la experiencia de aventuras pasadas nos prevenía de la confianza. A veces, las fuerzas del mal nos invitan a pasear por agradables parajes de funesto final.

Los caballos de nuestro carruaje se negaron a adentrarse entre las extrañas criaturas que abundaban por allí, seres bípedos y con cierta semejanza a los humanos racionales pero que  se mantenían atados, como por arte de magia o alguna extraña manifestación electromagnética, a una trocha bien pavimentada, fácil de recorrer. Lo que más pavor nos causó fue que algunas de aquellas presencias dirigían una especie de carro pequeño donde portaban una réplica de si mismos, pero en pequeño. Una visión que, de conseguirlo,  tardaré años en arrancar de mi mente.

Apenas unas millas dentro del cañón las extraordinarias representaciones del abismo iniciaron su periplo ante nuestros acongojados ojos. 

Extraños ¿árboles? nos mostraban el camino y nos invitaban a viajar a misteriosos lugares a través de raras imágenes en el suelo. Allí donde debía de haber tierra, las raíces de estos sementales del maligno servían de fieles guardianes de inhóspitas dimensiones.

El río que porta maldad desde que nace, aquí, tras tanto vagar por la existencia, no puede descargar los impíos pensamientos de la mundanal existencia. Así, aquí y acullá forma remansos de maldad que intentan robar su belleza a las montañas que los rodean y como espejos, son débiles almas de la roca viva.

Pero lo peor estaba por llegar. Ante nosotros, pequeña, pero invicta, se alzaba la Ermita de San Bartolomé (S. XIII). Pero a mi no me engañan. Más valdría llamarla “Ermita de San Demonio” porque soy ducho en los ardides del maligno y este centro de maldad esculpe la roca del entorno. Allí, en la verde y macilenta extensión que la rodea, las extrañas criaturas se agrupan en pozos de inmundicia y las réplicas que llevan en sus pequeños carruajes corretean por la explanada, sin duda, buscando presas a las que arrancarles la piel.

En arcanos incunables he descubierto que el lugar fue sitio de retiro de los impíos Templarios. Ello arroja cierta luz sobre el extraño símbolo que adorna ese oscuro ojo de buey que nos miraba y atraía, como la górgona erótica o la sirena malvada.

Evidente prueba de la presencia del Mal, en esta recóndita región, son las marcas dejadas con sus brutales y ferruginosas garras en la piedra virgen. Vean, vean, si no es cierto lo que digo…

Llegamos, por fin, a la Laguna Verde, donde, según estudios científicos de reconocido prestigio, antaño, eran arrojados los cuerpos, despojados de sus pieles, aun vivos y temblorosos, para que el río se alimentara. Tantos años robándole la raíz a la montaña ha vuelto insaciable en su hambre a este lugar. Y ahora, pide carne, carne humana.

Nosotros, celosos de nuestra carne humana y conscientes del frío que pasaríamos sin ella, decidimos huir de aquel lugar antes de que la cordura se condenara entre la maraña de retorcidos árboles que nos veían apetitosos.  

Una respuesta to “TIERRAS MAGICAS: SORIA. El Cañón del río Lobos.”

  1. Mira que tiene encanto el Cañón ¡¡¡¡ tu dirás que es un sitio diabólico, pero a mí se me ponen los vellos de los brazos como escarpias de lo bonito que es.

    Tres veces me lo he pateado enterito y repetiré cuantas haga falta.

    Salud,

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